Bueno tras la insistencia popular, me he decidido a complacerte Avan, y voy a contar aquí algunas de mis anécdotas laborales.
Mi trabajo es de cara al público, y todos sabemos lo loco que el público está. Yo os invito a que un día cualquiera, a una hora cualquiera, os sentéis en un banco cualquiera de un parque cualquiera y simplemente observéis. Maaaaaaaaaaaaadre mía cuanta avería! Si es que la gente está fatal.
Yo trabajo en una oficina de venta de servicios de telecomunicaciones, ya sabéis “Más comunicación, más cerca”.
La primera que me viene a la cabeza es la situación en que peor lo pasé. Una señora (hermana del titular) entra en la oficina incrustándome la puerta contra la pared y gritando como una posesa. Resulta que al instalarle, no le habían siliconado el cable al zócalo. Cuál es mi sorpresa que la queja no era por este motivo sino por daños colaterales, es decir, que la señora no podía colgar la cortina y eso la causaba mucha inestabilidad emocional. La señora estuvo más de 20 minutos de reloj, gritando, faltando y haciendo alusión a su estado de salud, que si ella no estaba para estos disgustos (me invitaba a tocarla el pecho para que notara las palpitaciones), que no podía salir de casa, que si ingresaba me denunciaba, que yo la estaba matando… al cabo del rato, para demostrarme su enfermedad, se me mete dentro del mostrador, se pone a mi lado, se me remanga el vestido y me enseña una protuberancia anal. Yo no sé si eran almorranas, un quiste… pero eso fue mi límite. La invité a abandonar la oficina y le trasladé la queja a mi jefa. Yo me negaba a atender más a esa “enferma”.
Otra vez, un chico joven de unos veinte tantos, con unos ojos rojos, vidriosos y ligeramente cerrados (iba más puesto que una rata), entra en la oficina, mira hacia un lado y hacia el otro, me mira indignado y me dice: “Vaya mierda de banco no tenéis ni un puto cajero”.
- “Perdona esto es _______, el banco es lo de al lado”
- Ahhhhhhhhhh joder
Y se fue :s
Es habitual que los clientes te pidan permiso para ir al baño. Pequé una vez, más no.
Matrimonio joven, él se meaba vivo y yo, inexperta, le dejé pasar. La parte de atrás de mi oficina no es muy grande y el chico no cerró la puerta. Tenía la oficina repletita de gente y de repente, cuando inicio otra vez la argumentación de una venta, escuchó el chorrete, levantó la mirada hacia la mujer, la miro, me mira, todo el mundo se miraba, qué vergüenza. Me acerqué a la puerta de entrada a la parte de atrás y cerré. Cuando salió del baño, todo el mundo se contenía la risa, menos la mujer que roja como un tomate le susurraba la regañina al oído.
Por otro lado el no dejar entrar al baño también ha ocasionado anécdotas. Esta vez matrimonio, pero de ancianos. La mujer, portavoz de él, me explica que sufre de la próstata. Le indico con mi cara de “ayyyy, cuanto lo siento…”, que el baño es sólo para empleados. Cuando estaba yo ensimismada rellenando el contrato, veo a la mujer clínex en mano limpiando el suelo. Por un primer instante, no le di importancia pero al segundo, me lo imaginé “Señora ¿qué hace?
- Hija es que con lo de la próstata no me retiene
La madre que lo parió, como los niños pequeños, que no me dejas ir al baño, pues te la armo. Se me había orinado ahí, en mitad de la entrada. Más por quedar bien que por iniciativa propia, salí del mostrador y obligué a la mujer a dejar de limpiar, saqué la fregona y limpié.
Luego hay gente que pudiendo evitarlo, te las arma. Un día una madre muy guarra entra con un bebé, y la abuela del susodicho. Mientras la abuela contrataba, la madre de la criatura me pide permiso para cambiarle el pañal al niño, accedí. Todo normal hasta que al rato, y ya mosqueda por un olor rarrro rarrro rarrro, como un perrillo, fui olisqueando por la oficina hasta que la vi, fresca aún, en una silla de la zona de espera, el manchurrón de caca de bebé. Pero pedazo de cerda, pensé, por un cambiador, una mantita o incluso una revista debajo. Negada a acercarme a aquello, abrí la puerta y le dejé una nota a la limpiadora. Al día siguiente no había rastro.
Luego está quien con lo rico que es nuestro idioma, osa modificarlo a su antojo. Ahí van unos pocos ejemplos.
- Hola, quería que me explicarás cómo hacer para ver los canales de la Televisión Vegetal Terrestre.
La palabra que más quebraderos de cabeza da a la gente es Descodificador. He oído, cualificador, dosificador, descalificador… de todo. También me han pedido folletos para la telefonía movis…Y yo conocía el teléfono Domo de telefónica, pero se conoce que han debido de sacar otro modelo infantil llamado Gnomo.
En fin hay multitud de situaciones curiosas, pero más adelante en otro arranque, os contaré más.
Un saludo,
Bicho
Breve historia del silencio
Hace 8 años
6 comentarios:
Aaay mamina!!! Que panzada de risa; y porque no querias contarnos todo esto??
El chico del hash me recordo al borracho del chiste:
-Moza ponme un wisky!
-Caballero esto es una farmacia...
-Aaah... pues ponme un vino.
jejejje, buenisimo...yo tuve una novia farmaceutica y me decía que su articulo inexistente mas solicitado era la aspirina "fluorescente", la caña!
Niquelao!!!
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Gracias chicos, me ruborizais
Tremendo¡¡¡.POr cierto, hablando de anécdotas laborales, os recomiendo un libro que equivale a tres horas de risa sin parar: Diario Alucinante de un Currante
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