sábado, 19 de enero de 2008

El plastidecor blanco
















Tiene que ser duro que nunca te elijan. Ver como día tras día y trazo a trazo tus hermanos se van consumiendo… y tú ahí, en el estuche, casi rozando a ese tajalapiz en cuyo vientre probablemente jamás girarás. Más frustrante tenía que ser el día que te elegían e, impotente, intentabas dejar inútilmente tu huella en un din A4. El azul para el cielo y el mar, el verde para la hierba, el marrón para los árboles, el rojo para la sangre… y el blanco ¿para qué el blanco?. Encima, a pesar de que nadie te usaba, acababas sucio como un cerdo. Tú, que eras el más grande, dejabas que esos enanos te emporcasen hasta tal punto que había que terminar arrojándote a la basura. Cientos de miles de plastidecor blancos descansan hoy en los vertederos de medio mundo; largos pero vacíos, intactos pero sucios…¿eternos?, si, eternos, ¿pero para qué?, si ni siquiera empezaron.

Eso si, peor era la vida de un alpino… aquello si que eran miserias, no hay color. Al menos al plastidecor pálido siempre le quedaba la esperanza de encontrar a su cartulina negra.



Señor S

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Animo a todos a buscar ese plastidecor blanco, y publicar una foto en este blog, para alzar la voz por aquellos que nunca la tuvieron.

Llevo 10 min buscando y no lo encuentro por ninguna parte... donde estas?

Anónimo dijo...

yo si usaba el plastidecor blanco!!! me gustaba mucho pintar en cartulina negra!!

yo... como siempre... llevando la contraria...

doctor b dijo...

Dramática situación la del plastidecor blanco. Casi tanto como el final de todo bic que se preciara, es decir, ser una improvisada cerbatana.

Anónimo dijo...

Yo también usé siempre el plastidecor blanco. De hecho escribí la totalidad de mi archiconocida obra con él, siendo esta quizás la razón por la que a día de hoy, aún haya quién la considere anónima. Si es que no soy nadie.

N. del T.: no se desespere el lector común al comprobar que no encuentra sentido alguno a este comentario. Puede que fuera este el fin último del autor, que tras siglos en el anonimato, sufrió algunos procesos que enturbiaron su capacidad racional.

Anónimo dijo...

Opino lo mismo acerca de la goma de boli. La pobre sólo podía lijar el papel...