Hace tiempo un amigo me recomendó un libro. Por una extraña razón olvidé su título. Este verano de camino a la piscina tras salir de la oficina, en el metro una chica leía La Conjura de los Necios. Ese era el libro. Me bajé en Gran Vía, entré en la Casa del Libro y me lo compré.
Casi nunca leo los prólogos o, empiezo a leerlos y me aburren en seguida. Sin embargo este era diferente... Percy, autor del prólogo e impulsor de la edición de la novela contaba que una vez escrito, John Kennedy Toole envió el libro a un editor que lo rechazó argumentando que el libro no trataba de nada, sin embargo, la verdadera razón es que sí trataba, de demasiadas cosas. El rechazo hundió a Toole en una horrible depresión. Alcohol y descuidos en su profesión que desembocaron en la sensación de sentirse un fracasado. La solución que encontró a esto fue el suicidio gaseándose en su coche. Algunas voces gritan que otro de los factores de su depresiva situación fue una profunda confusión sobre su sexualidad. Una madre demasiado dominante para permitirle abrirse ante otra mujer o la homosexualidad se perfilan como hipótesis de su deprimente existencia.
Su muerte parecía haber enterrado toda posibilidad de publicación de su novela, pero su madre persiguió al escritor Walker Percy para que leyera el libro. A medida que éste iba leyendo descubría antes sí una obra maestra de la literatura contemporánea. En 1980 se publicó La Conjura de los Necios. En el 81 recibió el Premio Pullitzer de novela.
Reilly protagonista de la novela se ha perfilado ante mis ojos como el ser más abominable y horrendo sobre la faz de la tierra. Testarudo, mal educado, ferviente creyente de poseer la verdad absoluta sobre todos los demás seres. Irritante hasta la saciedad. Ha habido momentos durante mi lectura en que he tenido que cerrar el libro y dejar de leer del dolor de cabeza que su desagradable verborrea me causaba. Jamás me he metido tan dentro de un libro como en este. Jamás he sentido tanta repugnancia. Como si un olor pestilente a cloaca saliera de la sudorosa camisa del Sr. Reilly. Es increíble lo que Toole ha conseguido hacer con palabras.
Señor S… igual que en su día el señor Savater nos enseñaba Ética para Amador, yo hoy propongo Literatura para S (o para cualquier testarudo que se precie, se encontrarán con la horma de un zapato mucho más grande de lo que se imaginaron)…
Casi nunca leo los prólogos o, empiezo a leerlos y me aburren en seguida. Sin embargo este era diferente... Percy, autor del prólogo e impulsor de la edición de la novela contaba que una vez escrito, John Kennedy Toole envió el libro a un editor que lo rechazó argumentando que el libro no trataba de nada, sin embargo, la verdadera razón es que sí trataba, de demasiadas cosas. El rechazo hundió a Toole en una horrible depresión. Alcohol y descuidos en su profesión que desembocaron en la sensación de sentirse un fracasado. La solución que encontró a esto fue el suicidio gaseándose en su coche. Algunas voces gritan que otro de los factores de su depresiva situación fue una profunda confusión sobre su sexualidad. Una madre demasiado dominante para permitirle abrirse ante otra mujer o la homosexualidad se perfilan como hipótesis de su deprimente existencia.
Su muerte parecía haber enterrado toda posibilidad de publicación de su novela, pero su madre persiguió al escritor Walker Percy para que leyera el libro. A medida que éste iba leyendo descubría antes sí una obra maestra de la literatura contemporánea. En 1980 se publicó La Conjura de los Necios. En el 81 recibió el Premio Pullitzer de novela.
Reilly protagonista de la novela se ha perfilado ante mis ojos como el ser más abominable y horrendo sobre la faz de la tierra. Testarudo, mal educado, ferviente creyente de poseer la verdad absoluta sobre todos los demás seres. Irritante hasta la saciedad. Ha habido momentos durante mi lectura en que he tenido que cerrar el libro y dejar de leer del dolor de cabeza que su desagradable verborrea me causaba. Jamás me he metido tan dentro de un libro como en este. Jamás he sentido tanta repugnancia. Como si un olor pestilente a cloaca saliera de la sudorosa camisa del Sr. Reilly. Es increíble lo que Toole ha conseguido hacer con palabras.
Señor S… igual que en su día el señor Savater nos enseñaba Ética para Amador, yo hoy propongo Literatura para S (o para cualquier testarudo que se precie, se encontrarán con la horma de un zapato mucho más grande de lo que se imaginaron)…
“Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios se conjuran contra él”
Además el Sr. Reilly tiene el mismo gusto para los sombreros que D. Pepunto Fonz (siempre desde el amor)
Señor-ina
3 comentarios:
jajaja, y por lo que se ve también para la gastronomía!
tan desagradable no será oh... si tanto se parece a S.
JOE cómo andamos...
y yo leyendo a Celine, que también es tela telita tela...
literatura para S: Viaje al fin de la noche...otra recomendación...
a leer se ha dicho
besitos
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