..la tipa que pregona los conciertos de la semana grande gijonesa lo demuestra.
Qué falta de carisma, dios santo, ¡y todos los años ahí!, cómo un clavo. Sosa, insulsa, y predecible, sirva su ya clásico “¡Vaaamos Gijón!” como exponente de lo que digo. Además crecida, solo le falta presentar uno a uno a sus ayudantes al son de golpes de batería para terminar de creerse una estrella del rock. Alguien debería de decirle que la gente no se ha acercado hasta Poniente, a esos conciertos ‘gratuitos’, para oírla a ella. Quisiera saber cuánto le pagan por su ‘mini show’, apuesto que una buena pasta, con su correspondiente extra por nocturnidad, festivo y peligrosidad (no soy el único que siente ganas de matarla cada vez que la oye). Teniendo en cuenta que un mísero concejal gijones puede llegar a ganar unos 120000 eurazos al año, sin contar `to`` lo negro. Teniendo en cuenta que en esta ciudad de segunda (por mucho que diga el fútbol), hasta los ediles de IU, perdón, IX, viven como marqueses, pagándoles educación católica y privada a sus hijos, poniéndoles coche cuando sacan la selectividad y pisito frente al mar al finiquitar la carrera. Una ciudad pequeña, con uno de los transportes públicos más caros de España (1.10 el viaje en bus), que lleva ya tiempo en obras por culpa de un innecesario metro, y en la que se debate a su vez la construcción de un tranvía. Dónde la política de subvenciones del Principado se ve en cada esquina y donde se está construyendo un salomónico puerto comercial, que está suponiendo un pufo para arcas europeas y nacionales, un foco de corrupción político-financiera, un considerable daño medioambiental al ya de por sí socavado litoral de la ciudad y que, por si fuera poco, no va a ser reentable económicamente, pues ya existen dos puertos de similares características en el Cantábrico, uno en Galicia y otro en País Vasco, dos comunidades con mejores comunicaciones y que, a priori , tendrán aranceles más bajos. Ese Gijón del alma, en el que la policía local puede llegar a multarte por no aparcar correctamente en un parking del Hospital de Cabueñes, ¡ estándo lleno!, y donde las calles pasan de un día para otro a llamarse “cais”(término que nunca había oído en mi vida y en mi pueblo sí se habla el asturiano), con el correspondiente cambio de cartelitos, que el dinero está para gastarlo ¿no?… ese dinero que con tanta ligereza se despilfarra precisamente, y es lo más triste, porque es de todos.
Qué falta de carisma, dios santo, ¡y todos los años ahí!, cómo un clavo. Sosa, insulsa, y predecible, sirva su ya clásico “¡Vaaamos Gijón!” como exponente de lo que digo. Además crecida, solo le falta presentar uno a uno a sus ayudantes al son de golpes de batería para terminar de creerse una estrella del rock. Alguien debería de decirle que la gente no se ha acercado hasta Poniente, a esos conciertos ‘gratuitos’, para oírla a ella. Quisiera saber cuánto le pagan por su ‘mini show’, apuesto que una buena pasta, con su correspondiente extra por nocturnidad, festivo y peligrosidad (no soy el único que siente ganas de matarla cada vez que la oye). Teniendo en cuenta que un mísero concejal gijones puede llegar a ganar unos 120000 eurazos al año, sin contar `to`` lo negro. Teniendo en cuenta que en esta ciudad de segunda (por mucho que diga el fútbol), hasta los ediles de IU, perdón, IX, viven como marqueses, pagándoles educación católica y privada a sus hijos, poniéndoles coche cuando sacan la selectividad y pisito frente al mar al finiquitar la carrera. Una ciudad pequeña, con uno de los transportes públicos más caros de España (1.10 el viaje en bus), que lleva ya tiempo en obras por culpa de un innecesario metro, y en la que se debate a su vez la construcción de un tranvía. Dónde la política de subvenciones del Principado se ve en cada esquina y donde se está construyendo un salomónico puerto comercial, que está suponiendo un pufo para arcas europeas y nacionales, un foco de corrupción político-financiera, un considerable daño medioambiental al ya de por sí socavado litoral de la ciudad y que, por si fuera poco, no va a ser reentable económicamente, pues ya existen dos puertos de similares características en el Cantábrico, uno en Galicia y otro en País Vasco, dos comunidades con mejores comunicaciones y que, a priori , tendrán aranceles más bajos. Ese Gijón del alma, en el que la policía local puede llegar a multarte por no aparcar correctamente en un parking del Hospital de Cabueñes, ¡ estándo lleno!, y donde las calles pasan de un día para otro a llamarse “cais”(término que nunca había oído en mi vida y en mi pueblo sí se habla el asturiano), con el correspondiente cambio de cartelitos, que el dinero está para gastarlo ¿no?… ese dinero que con tanta ligereza se despilfarra precisamente, y es lo más triste, porque es de todos.
Señor S
1 comentario:
Solo un apunte. Lo que hablan en tu pueblo es al bable, como un examen de BUP de física de Güiza a la aeronautica.
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