A Alberto Contador no sólo le han quitado dos años, a Alberto Contador le han desposeído de un Tour y un Giro y, con ello, de la posibilidad de lograr una hazaña que tenía a tiro, la de convertirse al final de su carrera, en el ciclista con más grandes vueltas de la historia. Los burócratas del TAS , la UCI y la AMA demoraron el fallo hasta año y medio después del inicio del proceso. Mantuvieron a la pieza clave en el tablero el máximo tiempo posible, minimizaron pérdidas. La liebre no falló, apretó los dientes y dio espectáculo. No solo en la victoria, si no también en la derrota. Memorable, y eso no se lo quitará nadie, su ataque suicida en el Galibier. Contador será desposeído de sus triunfos en este intervalo de tiempo, pero ha mantenido la forma. Apenas notará a su vuelta el parón, y eso, también le interesa a una UCI que no ha dado puntada sin hilo en este asunto.
Tiremos un poco de historia reciente. El ex-compañero de Alberto Contador Vinokourov, tras dos años parado por un positivo por transfusión (razón por la cual Contador no pudo tratar de revalidar el tour de 2007 , que tampoco olvidemos, ganó tras descalificación de Rasmussen ) y con más de 30 años regresó con victorias tan importantes como la Lieja. Basso, también después de haber pasado por dos años de suspensión, logró ganar nada más y nada menos que el Giro de Italia. Virenque, tras meses de inhabilitación , siguió siendo el mejor caza etapas de su generación. Valverde, sancionado como Ulrich, Basso o el propio Rasmussen, sin haber dado nunca positivo en un control antidopaje, se llevó etapa a principios de esta temporada en su reaparición en Australia. Scarponi también regresó a la alta competición para, no solo pelear por las vueltas más prestigiosas, sino para mejorar su rendimiento en las mismas. ¿Qué locura es esta? ¿Ganan cuando van puestos y cuando no van?
Nadie discute que el clembuterol existía, nadie discute que la cantidad encontrada era tan ínfima que no mejoraba el rendimiento. Nadie discute que la hipótesis del solomillo es rocambolesca, nadie discute que no se pudo desmentir. Nadie discute que la hipótesis de la transfusión de sangre es factible, nadie discute que no se pudo probar. Nadie discute que haya que luchar contra el dopaje, pero nadie con dos dedos de frente y de ética debería de discutir que esto hace tiempo que se ha convertido en una caza de brujas en la cual no existe la presunción de inocencia, si no la de culpabilidad. Que el negocio no reside solo en la carrera, también reside en intrigas palaciegas, en despachos y en laboratorios. En ver quién caerá este año. En el morbo y en las prebendas.
¿Y todo esto para qué? Contador volverá en Agosto y volverá ganando. Ganará cómo cuando dio positivo y ganará como cuando no lo dio, como tantos otros parias de este deporte que cada vez recuerda más al boxeo por la manera en la que se elige al campeón y por la manera en la que se usa al púgil.
Puede que Alberto no consiga la hazaña de agenciarse más vueltas que nadie en la historia, pero hay que decir que no hay magia ni épica en quién gana cuando lo tiene de cara. Seguirá peleando, tanto en la carretera como en los tribunales, como Jake Lamotta, encajando golpes sin llegar a caer. No es mi corredor favorito, demasiado potente en todos los aspectos, me gustan más otros perfiles, pero ardo en deseos de verle de vuelta y de ver la cara que se les queda a todos aquellos que creen que el dopaje convierte a burros en pura-sangre. A los que no saben distinguir a un Ricco de un Valverde o a un Landis de un Ulrich, a un Sella de un Contador.
Tiremos un poco de historia reciente. El ex-compañero de Alberto Contador Vinokourov, tras dos años parado por un positivo por transfusión (razón por la cual Contador no pudo tratar de revalidar el tour de 2007 , que tampoco olvidemos, ganó tras descalificación de Rasmussen ) y con más de 30 años regresó con victorias tan importantes como la Lieja. Basso, también después de haber pasado por dos años de suspensión, logró ganar nada más y nada menos que el Giro de Italia. Virenque, tras meses de inhabilitación , siguió siendo el mejor caza etapas de su generación. Valverde, sancionado como Ulrich, Basso o el propio Rasmussen, sin haber dado nunca positivo en un control antidopaje, se llevó etapa a principios de esta temporada en su reaparición en Australia. Scarponi también regresó a la alta competición para, no solo pelear por las vueltas más prestigiosas, sino para mejorar su rendimiento en las mismas. ¿Qué locura es esta? ¿Ganan cuando van puestos y cuando no van?
Nadie discute que el clembuterol existía, nadie discute que la cantidad encontrada era tan ínfima que no mejoraba el rendimiento. Nadie discute que la hipótesis del solomillo es rocambolesca, nadie discute que no se pudo desmentir. Nadie discute que la hipótesis de la transfusión de sangre es factible, nadie discute que no se pudo probar. Nadie discute que haya que luchar contra el dopaje, pero nadie con dos dedos de frente y de ética debería de discutir que esto hace tiempo que se ha convertido en una caza de brujas en la cual no existe la presunción de inocencia, si no la de culpabilidad. Que el negocio no reside solo en la carrera, también reside en intrigas palaciegas, en despachos y en laboratorios. En ver quién caerá este año. En el morbo y en las prebendas.
¿Y todo esto para qué? Contador volverá en Agosto y volverá ganando. Ganará cómo cuando dio positivo y ganará como cuando no lo dio, como tantos otros parias de este deporte que cada vez recuerda más al boxeo por la manera en la que se elige al campeón y por la manera en la que se usa al púgil.
Puede que Alberto no consiga la hazaña de agenciarse más vueltas que nadie en la historia, pero hay que decir que no hay magia ni épica en quién gana cuando lo tiene de cara. Seguirá peleando, tanto en la carretera como en los tribunales, como Jake Lamotta, encajando golpes sin llegar a caer. No es mi corredor favorito, demasiado potente en todos los aspectos, me gustan más otros perfiles, pero ardo en deseos de verle de vuelta y de ver la cara que se les queda a todos aquellos que creen que el dopaje convierte a burros en pura-sangre. A los que no saben distinguir a un Ricco de un Valverde o a un Landis de un Ulrich, a un Sella de un Contador.
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Señor S
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