... tengo una maleta a medio deshacer, mucha fiesta en mis párpados cansados y una lágrima que esta semana aflorará de vez en cuando para hacerme plantearme cosas. Hoy he vuelto a soltar las lagrimitas de rigor de camino, en la minera, cuando dejaba atrás Gijón. Y no he podido dejar de pensar durante este atasco de resurrección qué hago, hacia dónde voy. Pienso en la lavadora que ahora mismo suena en el piso de abajo, limpiando mi ropa del humo de una noche de matadero, pienso en la resaca de una fiesta con amigos y pienso en que no puedo dejar de pensar en mi casa, y la verdad, últimamente ya no se cuál es. Cuando voy a Gijón pienso mucho en todo lo que me queda por decir, por pensar, por hacer, las cosas que me guardo, las miradas que espero... pienso en que muchas veces perdemos el valor de hacer cosas y se guardan o se pierden y cuando lo recuperamos, ya se han ido, ya no están. Pienso en las cosas que dejamos de decir, en los amores que dejamos pasar, en lo solos que nos sentimos volviendo a casa un sábado de madrugada. Miro a mi gente y los veo felices y me pregunto qué hago yo en un atasco en la A6 pudiendo estar tomándome una caña con mis amigos y un partido de fútbol. Pienso en todo esto y muchas veces no lo digo, me lo guardo, me lo callo y se pierde... pero hoy mi valor está cansado, no ha podido salir corriendo y yo, me destapo.
Breve historia del silencio
Hace 8 años
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